Alquimia es el arte de transitar hacia la perfección del alma, en ella se conjugan dos aspectos bien diferenciados, uno practico o material y otro espiritual, que deben desarrollarse simultáneamente.
En el aspecto práctico seria un grave error resumir a la alquimia como un simple método para conseguir oro, o un precursor de la química, ya que mientras esta, se ocupa de los fenómenos científicamente verificables por un método y pensamiento estructurado, tratando meramente con las formas externas en las que se manifiesta la materia, y limitándose a mezclar dos o más componentes para llegar a formar otro, pero sin aumento en sí de la materia (transformación); la alquimia, es una doctrina que atiende a una realidad de orden superior, que engloba a todas las verdades y religiones, y hace que aquello que ya existe en un estado latente se vuelva más activo y crezca (transmutación) siendo más comparable a la botánica que a la química. De hecho, para los alquimistas el crecimiento de un mineral una planta o un animal son procesos alquímicos que se producen en el laboratorio de la naturaleza, y realizado por el gran alquimista.
Por otro lado, el aspecto espiritual, seria una aspiración del alma en busca de la verdad que subyace detrás de la naturaleza, para de alguna forma emprender el retorno del alma al origen de todo, a Dios o al creador, pero libre de dogmatismo ortodoxo religioso, y libre también de la ambición propia del ser humano.
Para llegar a ello, el alquimista utiliza unas técnicas y procesos básicamente metalúrgicos y filosóficos comenzando a actuar cuando termina la acción propia de la naturaleza en su proceso evolutivo, acelerando estos, para conseguir un mayor grado de perfección tanto de la naturaleza como de sí mismo.
Este trabajo necesita un proceso cognitivo consistente en comprender como actúa la naturaleza y el hombre, y en segundo lugar un proceso más activo consistente en saber influir en la realidad.
Los orígenes de la alquimia son tan oscuros como su lenguaje encriptado, unos lo sitúan en el Egipto greco romano, revelado a los hombres por un personaje divino o semidivino llamado Hermes Trismegisto, el tres veces grande, contemporáneo de Abraham, y otros sitúan su origen en un grupo de filósofos sincréticos que adoptaron ese nombre en base al Dios Thot, Dios de la sabiduría, la escritura, la música, los conjuros y de los hechizos mágicos. En los dos casos, esta ciencia alquímica, astrológica y teúrgica, se reveló a los hombres basándose en lo que llamaremos filosofía hermética.
La filosofía hermética es un movimiento filosófico esotérico y religioso que nos llega de la mano de un gran número de textos que conforman el corpus hermeticum formado por un conjunto de 18 tratados escritos en griego, según algunos traducidos del egipcio, que contiene las principales creencias y doctrinas herméticas concernientes a la divinidad, el origen del cosmos, la caída del hombre, la verdad, el bien, la belleza, así como la consecución de la gran obra en un pasaje directo a la perfección, que podemos contemplar resumido en la tabla esmeralda.
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